Parte 2
En algunas de sus alabanzas tan personales a san Francisco le gustaba repetir que Dios es "el Bien supremo", que El es "todo Bien", que es "el Bien total", que "Solo El es bueno". En Dios no hay división: El es solo Bien y lo es infinitamente. Quien canta esto, quien lo saborea de verdad, acabará viendo el bien de Dios en toda criatura. Su asombro no tendrá límite. Está ya en el camino de la reconciliación y lleva a sus hermanos a él.
El día en que su médico le dijo que su mal era incurable y que solo le quedaba muy poco tiempo de vida, san Francisco llamó a sus hermanos para que cantaran de nuevo el Cántico de las Criaturas. Sin embargo había que añadir otra estrofa: "Loado seas Señor por nuestra hermana la muerte corporal..." Había que acoger a la muerte cantando. Porque, si es verdad que Cristo atravesó la muerte , entonces nuestra muerte física entra en el universo de la reconciliación. Y así, de ser el último enemigo, se convierte en "hermana". Ella ya no podrá separarnos del Creador. Gracias a Cristo nos hará pasar a una vida que será más de Dios. Lo único que el hombre puede temer es el alejarse de Dios. Pero la muerte corporal, a la que nadie puede escapar, el hombre puede saludarla con la alabanza, porque se ha convertido en la última realización en él del Misterio Pascual.
Si el Cántico termina englobando incluso a la muerte corporal es que la alabanza tiende hacia la totalidad. Hacia ella nos lleva la necesidad de ver todas las cosas en su relación viva con el Creador. No puede excluir nada, ni dejar nada fuera. Es el mismo impulso del amor: Encontrar en todo a Aquel a quien se ama. Es el mismo impulso de la adoración : atribuir todo a Aquel que da.
Sin embargo, si Cristo no hubiera atravesado el mal más negro, el más absurdo, una alabanza así resultaría sospechosa. Se sentiría una negación irresponsable de la realidad del mal. Solamente la Resurrección de Cristo nos permite afirmar que "todo es nuestro, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el porvenir .Todo es nuestro si nosotros somos de Cristo como Cristo es del Dios."
En algunos textos hímnicos san Pablo nos dice que todo ha sido reconciliado por Cristo y que todo está destinado a ser recapitulado en El.. Quien canta no puede detenerse en una constatación prudente. Su canto es un impulso hacia Dios, un impulso que incluye a todo lo que pueda serlo.
En algunas de sus alabanzas tan personales a san Francisco le gustaba repetir que Dios es "el Bien supremo", que El es "todo Bien", que es "el Bien total", que "Solo El es bueno". En Dios no hay división: El es solo Bien y lo es infinitamente. Quien canta esto, quien lo saborea de verdad, acabará viendo el bien de Dios en toda criatura. Su asombro no tendrá límite. Está ya en el camino de la reconciliación y lleva a sus hermanos a él.
El día en que su médico le dijo que su mal era incurable y que solo le quedaba muy poco tiempo de vida, san Francisco llamó a sus hermanos para que cantaran de nuevo el Cántico de las Criaturas. Sin embargo había que añadir otra estrofa: "Loado seas Señor por nuestra hermana la muerte corporal..." Había que acoger a la muerte cantando. Porque, si es verdad que Cristo atravesó la muerte , entonces nuestra muerte física entra en el universo de la reconciliación. Y así, de ser el último enemigo, se convierte en "hermana". Ella ya no podrá separarnos del Creador. Gracias a Cristo nos hará pasar a una vida que será más de Dios. Lo único que el hombre puede temer es el alejarse de Dios. Pero la muerte corporal, a la que nadie puede escapar, el hombre puede saludarla con la alabanza, porque se ha convertido en la última realización en él del Misterio Pascual.
Si el Cántico termina englobando incluso a la muerte corporal es que la alabanza tiende hacia la totalidad. Hacia ella nos lleva la necesidad de ver todas las cosas en su relación viva con el Creador. No puede excluir nada, ni dejar nada fuera. Es el mismo impulso del amor: Encontrar en todo a Aquel a quien se ama. Es el mismo impulso de la adoración : atribuir todo a Aquel que da.
Sin embargo, si Cristo no hubiera atravesado el mal más negro, el más absurdo, una alabanza así resultaría sospechosa. Se sentiría una negación irresponsable de la realidad del mal. Solamente la Resurrección de Cristo nos permite afirmar que "todo es nuestro, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el porvenir .Todo es nuestro si nosotros somos de Cristo como Cristo es del Dios."
En algunos textos hímnicos san Pablo nos dice que todo ha sido reconciliado por Cristo y que todo está destinado a ser recapitulado en El.. Quien canta no puede detenerse en una constatación prudente. Su canto es un impulso hacia Dios, un impulso que incluye a todo lo que pueda serlo.
por: Frère François- Taize
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