(parte 1)
Por su extrema pobreza San Francisco de Asís se hizo hermano de todos los hombres. Quería no estar por encima de nadie: se ponía con los más pobres, con los excluidos, y así extendía a todos ellos la comunión de Cristo. A sus hermanos les exigía que, por su vida y su lenguaje, presentaran el Evangelio de tal manera que jamás nadie más pobre que ellos se sintiera desanimado ni herido.
Al mismo tiempo san Francisco era un hombre de alabanza. Supo, quizás más que ningún otro santo, comunicar el gusto por la alabanza, el sentido del asombro. Todavía hoy su vida nos parece elevada por un impulso interior, una especie de exultación cada vez más pura. Continuamente invitaba a sus compañeros a alabar y a bendecir, a cantar y a celebrar. Su famoso Cántico de las Criaturas, el Cántico del Hermano Sol, no ha perdido nada de su frescura.; se continúa cantando.
Lo que llama la atención en la figura de san Francisco es cómo estaba al mismo tiempo totalmente elevado hacia Dios y completamente abierto a los hombres, especialmente a los más desfavorecidos. En él estos dos aspectos se penetraban mutuamente. Bebiendo en la Fuente, la alabanza desbordaba en amistad por todos, y la pobreza compartida multiplicaba el asombro.
Cuando un día una grave disputa causó la división entre los habitantes de Asís, san Francisco envió a sus hermanos a cantar el Cántico de las Criaturas en medio de aquellos que ya no llegaban a reconciliarse y que estaban a punto de llegar a la violencia. Los invitaba, con un canto de alabanza , a abrir sus corazones a esa realidad infinitamente más bella que el tema de sus disputa : el Amor sobreabundante del Creador del que todas sus criaturas son testigos, y devolver así la paz a sus corazones.
Para esta ocasión San Francisco añadió una nueva estrofa a su cántico, ya que más que nunca había que alabar a Dios por esos hombres y mujeres capaces de "perdonar", de "soportar el mal", de "perseverar en la paz." ¿Acaso no son ellos testigos muy especiales del Amor que Dios nos tiene?
La historia dice que al escuchar el canto de los hermanos , los habitantes de Asís se llenaron de una profunda emoción. Esta increíble alabanza hizo derretirse sus corazones y abrió el camino a un perdón recíproco, a una auténtica reconciliación.
Alabanza y Paz están unidas. Quien alaba a Dios se abre a El, se llena de El. Mientras permanecemos replegados sobre nosotros mismos el espíritu divisor nos puede. El mal que sentimos dentro de nosotros lo proyectamos a nuestro alrededor, nos sentimos amenazados. Es como si para mantenernos tuviéramos necesidad de oponernos.
Pero quien alaba a Dios recibe lo que El es. Y Dios es Paz, es Unidad, es Amor. Cuando el hombre canta lo que Dios es para nosotros, pierde sus miedos, sus resentimientos. Se pierde en El, se deja "encantar". Y una paz que sobrepasa todos los razonamientos invade el corazón.
por: Frère François- Taize
3 comentarios:
¡Que texto más bueno! La ilustración también es preciosa, no la conocía.
Le animo una vez mas a continuar con este blog profundizando en la vida de San Francisco, que es todo un signo también para estos tiempos.
Paz y Bien.
Gracias hoy he aprendido algo nuevo gracias que el Señor nos conceda vivir en una constante alabanza gracias y un saludo en Cristo jesús
Paz y bien Lirio del Yermo y Lourdes! gracias por visitar la página que es de ustedes también...gracias por el ánimo Lirio..bendiciones
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