domingo, 27 de diciembre de 2009

Dichos breves...San Pedro de Alcántara -Franciscano-




  • No hay vaso de vidrio tan delicado como la vida, y basta la más pequeña cosa para despojarnos de ella.


  • Cuán desvariados son los que, por gozar de este soplo de vida tan breve, se exponen a perder el descanso de aquella que para siempre ha de durar.


  • ¡Cuán mutable es la fortuna: siempre rueda de un lugar para otro!


  • El verdadero amor no se busca a sí, sino al que ama.

  • En la perfección no hay más claro indicio de estar lejos, que creerse cerca; porque en este camino los que van descubriendo más tierra se dan más prisa por ver lo mucho que les falta.

  • Hazte como niño pequeño, porque a los tales enseña Dios sus secretos.


  • Ninguno es mejor testigo de las cosas de Diosque el que las sabe por experiencia.


  • Reposa un poco en la consideración de tu nada y pon esto sólo a tu cuenta y todo lo demás a la de Dios, para que clara y palpablemente veas quién eres tú y quién es Él

viernes, 11 de diciembre de 2009

Asís, ciudad bendita


"Señor, creo que esta ciudad fue en tiempos antiguos morada y refugio de hombres malos e injustos, mal vistos en todas estas provincias; pero veo que, por tu desbordante misericordia, cuando tú has querido, le has mostrado las riquezas de tu amor, para que sea morada y habitación de quienes te conozcan, den gloria a tu nombre y difundan en todo el pueblo cristiano el perfume de una vida pura, de una doctrina ortodoxa y de una buena reputación. Te pido, por tanto, Señor Jesucristo, Padre de las misericordias, que no tengas en cuenta nuestra ingratitud, sino que recuerdes siempre la abundante misericordia que has manifestad en esta ciudad, para que sea siempre morada y estancia de quienes te conozcan y glorifiquen tu nombre bendito y glorioso en los siglos de los siglos. Amén" (S. Francisco, días antes de morir).

lunes, 7 de diciembre de 2009

Enfermedad de San Francisco: un don de Dios


Se hallaba San Francisco gravemente enfermo de los ojos, y messer Hugolino, cardenal protector de la Orden, por el tierno amor que le profesaba, le escribió que fuera a encontrarse con él en Rieti, donde había muy buenos médicos de los ojos (1). San Francisco, recibida la carta del cardenal, fue primero a San Damián, donde estaba Santa Clara, esposa devotísima de Cristo, con el fin de darle alguna consolación y luego proseguir a donde el cardenal lo llamaba. Pero, estando aquí, a la noche siguiente empeoró de tal manera su mal de ojos, que no soportaba la luz. Como por esta razón no podía partir, le hizo Santa Clara una celdita de cañizos para que pudiera reposar. Pero San Francisco, entre el dolor de la enfermedad y por la multitud de ratones, que le daban grandísima molestia, no hallaba modo de reposar ni de día ni de noche.


Y como se prolongase por muchos días aquel dolor y aquella tribulación, comenzó a pensar y a reconocer que todo era castigo de Dios por sus pecados; se puso a dar gracias a Dios con todo el corazón y con la boca, y gritaba en alta voz:


-- Señor mío, yo me merezco todo esto y mucho más. Señor mío Jesucristo, pastor bueno, que te sirves de las penas y aflicciones corporales para comunicar tu misericordia a nosotros pecadores, concédeme a mí, tu ovejita, gracia y fortaleza para que ninguna enfermedad, ni aflicción, ni dolor me aparte de ti.


Hecha esta oración, oyó una voz del cielo que le decía:
-- Francisco, respóndeme: si toda la tierra fuese oro, y todos los mares, ríos y fuentes fuesen bálsamo, y todos los montes, colinas y rocas fuesen piedras preciosas, y tú hallases otro tesoro más noble aún que estas cosas, cuanto aventaja el oro a la tierra, el bálsamo al agua, las piedras preciosas a los montes y las rocas, y te fuese dado, por esta enfermedad, ese tesoro más noble, ¿no deberías mostrarte bien contento y alegre?


Respondió San Francisco:
-- ¡Señor, yo no merezco un tesoro tan precioso!
Y la voz de Dios prosiguió:


-- ¡Regocíjate, Francisco, porque ése es el tesoro de la vida eterna que yo te tengo preparado, y cuya posesión te entrego ya desde ahora; y esta enfermedad y aflicción es prenda de ese tesoro bienaventurado! (2).


Entonces, San Francisco llamó al compañero, con grandísima alegría por una promesa tan gloriosa, y le dijo:
-- ¡Vamos donde el cardenal!


Y, consolando antes a Santa Clara con santas palabras y despidiéndose de ella, tomó el camino de Rieti. Le salió al encuentro tal muchedumbre de gente cuando se acercaba, que no quiso entrar en la ciudad, sino que se dirigió a una iglesia distante de ella unas dos millas.


Al enterarse los habitantes de que se hallaba en aquella iglesia, acudieron en tropel a verlo, de forma que la viña de la iglesia quedó totalmente talada y la uva desapareció. El capellán tuvo con ello un gran disgusto y estaba pesaroso de haber dado hospedaje a San Francisco. Supo San Francisco, por revelación divina, el pensamiento del sacerdote; lo hizo llamar y le dijo:
-- Padre amadísimo, ¿cuántas cargas de vino te suele dar esta viña en los años mejores?
-- Doce cargas -respondió él.
-- Te ruego, padre -le dijo San Francisco-, que lleves con paciencia mi permanencia aquí por algunos días, ya que me siento muy aliviado, y deja, por amor de Dios y de este pobrecillo, que cada uno tome uvas de esta tu viña; que yo te prometo, de parte de nuestro Señor Jesucristo, que te ha de dar este año veinte cargas.


Esto lo hacía San Francisco para seguir allí, por el gran fruto espiritual que se producía palpablemente en la gente que acudía; muchos se iban embriagados del amor divino y decididos a abandonar el mundo.


El sacerdote se fió de la promesa de San Francisco, y dejó libremente la viña a merced de cuantos iban a verlo. ¡Cosa admirable! La viña quedó arrasada del todo y despojada, sin que quedara más que algún que otro racimo. Llegó el tiempo de la vendimia; el sacerdote recogió aquellos racimos, los echó en el lagar y los pisó, obtuvo veinte cargas de excelente vino, como se lo había profetizado San Francisco (3).


Este milagro dio claramente a entender que así como, por los méritos de San Francisco, produjo tal abundancia de vino aquella viña despojada de uva, así el pueblo cristiano, estéril de virtudes por el pecado, produciría muchas veces abundantes frutos de penitencia por los méritos, la virtud y la doctrina de San Francisco.


En alabanza de Cristo. Amén.
de: Florecillas de San Francisco

sábado, 28 de noviembre de 2009

San Francisco..ejemplo


Santo popular entre católicos como entre los protestantes y aun entre los no cristianos. Cautivó la imaginación de sus contemporáneos presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia con la pureza y fuerza de un testimonio radical.


San Francisco de Asís, ofrece a los cristianos el ejemplo de un respeto autentico y pleno por la integridad de la creación. Amigo de los pobres, amado de las criaturas de Dios, invito a todos -animales, plantas, fuerzas naturales, incluso al hermano Sol y a la hermana Luna- a honrar y alabar al Señor.

domingo, 22 de noviembre de 2009

jueves, 5 de noviembre de 2009

Saludo a las Virtudes


Salve, reina Sabiduría, Dios te salve con tu hermana la santa y pura Sencillez.

Señora santa Pobreza, Dios te salve con tu hermana la santa Humildad.

Señora santa Caridad, Dios te salve con tu hermana la santa Obediencia.


Santísimas virtudes, a todas os salve el Señor, de quien venís y procedéis.
No hay nadie en el mundo entero que pueda tener a una de vosotras, si antes no muere;
quien tiene a una y a las demás no ofende, las tiene a todas; y quien ofende a una, ninguna tiene y ofende a todas; y con cada una confunde a vicios y pecados.

La santa Sabiduría confunde a Satanás y todas sus malicias.
La pura y santa Sencillez confunde a toda sabiduría de este mundo y la sabiduría del cuerpo.
La santa Pobreza confunde al ansia de tener y a la avaricia y a las preocupaciones de este mundo.


La santa Humildad confunde a la soberbia y a todos los hombres que hay en el mundo, y al mundo mismo, y también a todas las cosas que hay en el mundo.
La santa Caridad confunde a todas las tentaciones diabólicas y carnales y a todos los temores de la carne.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Saludo a la Virgen María



Salve, Señora, santa Reina,

santa Madre de Dios María,

que eres virgen hecha Iglesia

y elegida por el santísimo Padre del cielo,

consagrada por él con su santísimo Hijo amado

y el Espíritu Santo Paráclito,

en la que estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.


Salve, palacio suyo; salve, tienda suya;

salve, casa suya; salve, vestidura suya;

salve, sierva suya; salve, madre suya,

y todas vosotras, virtudes santas,

que por la gracia y la iluminación

del Espíritu Santo sois infundidas

en el corazón de los fieles,

para que de infieles se vuelvan fieles a Dios.


San Francisco de Asís

martes, 27 de octubre de 2009

martes, 20 de octubre de 2009

San Pedro de Alcántara y Santa Teresa de Jesús


En 1560 se encuentra con Santa Teresa en casa de Doña Guiomar de Ulloa y trata sobre la fundación del convento de Arenas, tras haber concluido antes las del convento de La Viciosa y del Rosario en términos de Oropesa. Pedro de Alcántara tranquiliza y asegura el espíritu de Teresa de Jesús, y entre ambos santos surge una profunda y sincera amistad: en adelante, él es el consejero fiel de la santa y quien la orienta y le da el impulso definitivo para iniciar la reforma del Carmelo con la fundación del convento de San José de Avila; y fray Pedro abre su corazón a la Madre Teresa, que será su primer biógrafo, dedicándole tres capítulos de su Autobiografía.

domingo, 4 de octubre de 2009

4 de octubre, celebración San Francisco de Asís



(Francisco Assisi; Asís, actual Italia, 1182-id., 1226) Fundador de la orden franciscana.

Hijo de un rico mercader llamado Pietro di Bernardone, Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad.


En 1202 fue encarcelado por unos meses a causa de su participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este lance, aquejado por una enfermedad e insatisfecho con el tipo de vida que llevaba, decidió entregarse al apostolado y servir a los pobres. En 1206 renunció públicamente a los bienes de su padre y vivió a partir de entonces como un ermitaño.


San Francisco de Asís predicó la pobreza como un valor y propuso un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios. El papa Inocencio III aprobó su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono. Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, la de los franciscanos.


Además, con la colaboración de santa Clara, fundó la rama femenina de su orden, que recibió el nombre de clarisas.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Confianza


Tienen la bendición del Señor Dios y la mía todos mis hermanos custodios que reciban este escrito, lo copien y lo guarden consigo, y hagan sacar copias para los hermanos que tienen el oficio de la predicación y el de la custodia de los hermanos, y prediquen hasta el fin todas las cosas que se contienen en este escrito. Y todo esto, por verdadera y santa obediencia. Amén.

S. Francisco, Carta a los custodios

jueves, 2 de julio de 2009

La paciencia Franciscana...


Con este texto, que se asocia inevitablemente a la Admonición siguiente (La Pobreza de Espíritu), Francisco retrata la "Paciencia Franciscana", aquella que constituye un preciado don para quien la ejercita.


Las virtudes, en efecto, lo son justamente porque fundamentan y posibilitan la actitud o forma de vida del cristiano, en cuanto transformador de la realidad en la cual radica. Las virtudes son el reflejo de la acción de Dios en el alma fiel, y se manifiestan a veces en la vida cotidiana, cual reflejo del sol en un cristal, y otras veces en la prueba, en aquellos momentos en que se demuestra si el cristiano vive (y no sólo piensa) de acuerdo al Evangelio.


Es muy fácil ser paciente cuando nada nos molesta, preocupa ni inquieta; es muy fácil ser amable cuando la gente nos cae bien; es muy fácil querer a los que nos quieren; es muy fácil ser generoso con quien sabemos nos corresponderá. Son estas realidades que Jesús expone. Pero eso no es virtud, o al menos no podemos estar seguros de que lo sea, puesto que todo nos es conforme, las cosas van a nuestra manera, "a nuestro rollo" y, por ende, no nos turbamos.


Pero cuando hay que ser paciente, amable o comprensivo con el que tenemos al lado, es entonces cuando se ve claramente si vivimos o no espiritualmente. Cuando nuestra forma de ser humana y, de ella, la más propensa al pecado o al no ir según los Planes de Dios es alterada, increpada, llamada... entonces sabremos si nuestro "yo" está cerca de Dios, si hemos adoptado - en mayor o menor medida - los sentimientos y la forma de Vida de Cristo.


Porque la Paciencia es saber que nadie, y primero yo, es perfecto; saber que todos necesitamos tiempo y comprensión; saber y esperar en Dios que las cosas no tienen por qué ir a nuestro modo; saber aguardar el momento en que Dios nos mostrará su Bondad y su Rostro; asumir con Paz que todo lo que ocurre y no depende de nosotros, viene, de alguna manera, de Dios, de su Providencia.


Y señala muy bien Francisco que no sabemos la medida de cómo somos hasta que nos ponen a prueba, y nuestra respuesta certifica si somos o no "espirituales", y nos muestra en qué parte del camino estamos. Por eso, lo que tiene el pecado de triste y disgregador, lo tiene también de muestrario de cómo somos y cómo deberíamos ser. Por tanto, es una luz, una oportunidad de cambio.

jueves, 28 de mayo de 2009

lunes, 18 de mayo de 2009

Amad a vuestros enemigos...


"Amad a vuestros enemigos y haced el bien a los que os odian', pues nuestro Señor Jesucristo, cuyas huellas debemos seguir, llamó amigo al que lo entregaba y se ofreció espontáneamente a los que lo crucificaron"


San Francisco de Asís

miércoles, 13 de mayo de 2009

Pensamiento franciscano


Si sufres con Cristo, reinarás con él;

si con él lloras, con él gozarás;

si mueres con él en la cruz de la tribulación,

poseerás las moradas eternas en el esplendor

de los santos y tu nombre,

inscrito en el libro de la vida,

será glorioso entre los hombres


(Santa Clara de Asís, Carta II a Santa Inés de Praga).

lunes, 4 de mayo de 2009

Sube el sol...


Tras una vida de fiesta y alegría, Francisco recibe la presencia de Dios como un relámpago. El rico joven comienza a necesitar de la soledad, y encuentra en los pobres una forma de manifestar su amor adiós.
Es el principio de una vida de santidad...

lunes, 23 de marzo de 2009

Bendición al hermano Bernardo por San Francisco...


Era tal la santidad del hermano Bernardo, que San Francisco le profesaba gran respeto y muchas veces lo alababa.
Estando un día San Francisco en devota oración, le fue revelado por Dios que el hermano Bernardo, por permisión divina, habría de sostener muchas y duras batallas de parte de los demonios; por lo que San Francisco tuvo grande compasión de él, pues lo amaba como a un hijo; y por muchos días oró con lágrimas, rogando a Dios por él y recomendándolo a Jesucristo para que obtuviera victoria contra el demonio.
Un día que oraba con esa devoción, le respondió el Señor:

-- No temas, Francisco, porque todas las tentaciones con que ha de ser combatido el hermano Bernardo son permitidas por Dios para ejercicio de su virtud y para corona de sus méritos. Y acabará obteniendo victoria de todos los enemigos, ya que él es uno de los comensales del reino de Dios.

Esta respuesta le dio a San Francisco grandísima alegría, y dio gracias a Dios. Y desde entonces sintió hacia él cada vez mayor amor y respeto.

Y bien se lo demostró, no sólo durante la vida, sino también en el trance de la muerte. Estando, en efecto, San Francisco para morir y viéndose, como el santo patriarca Jacob, rodeado de sus hijos, acongojados y llorosos por la partida de un padre tan amable, preguntó:

-- ¿Dónde está mi primogénito? Acércate, hijo mío, para que te bendiga mi alma antes de que yo muera.

Entonces, el hermano Bernardo dijo al oído al hermano Elías, que era vicario de la Orden:

-- Padre, ponte a la mano derecha del Santo para que te bendiga.

Y, colocándose el hermano Elías a la mano derecha, San Francisco, que había perdido la vista por el demasiado llorar, posó la mano derecha sobre la cabeza del hermano Elías y dijo:

-- No es ésta la cabeza de mi primogénito el hermano Bernardo.
Entonces, el hermano Bernardo se le acercó por la mano izquierda, y San Francisco cruzó las manos, poniendo la derecha sobre la cabeza del hermano Bernardo y la izquierda sobre la cabeza del hermano Elías, y dijo al hermano Bernardo:

-- Bendígate el Padre de nuestro Señor Jesucristo con toda bendición espiritual y celestial, porque tú eres el primogénito elegido en esta santa Orden para dar ejemplo evangélico en el seguimiento de Cristo mediante la pobreza evangélica, pues no sólo diste todo lo tuyo y lo distribuiste total y libremente a los pobres por amor de Cristo, sino que te ofreciste a ti mismo en esta Orden en sacrificio de suavidad. Seas, pues, bendito de nuestro Señor Jesucristo y de mí, siervo suyo pobrecillo, con bendición eterna, en tu caminar y en tu reposar, despierto y dormido, en vida y en muerte. Quien te bendiga sea lleno de bendición y quien te maldiga no quede sin castigo. Sé el jefe de tus hermanos y a tu mandato obedezcan todos ellos; ten facultad para recibir candidatos a la Orden y para expulsar a los que tú quieras; y ningún hermano tenga potestad sobre ti y tengas libertad para ir y estar donde te agrade (1).

Después de la muerte de San Francisco, los hermanos amaron y respetaron al hermano Bernardo como a venerable padre. Cuando estaba para morir, acudieron muchos hermanos de diversas partes del mundo; entre ellos, aquel angélico y divino hermano Gil, el cual, al ver al hermano Bernardo, le dijo con alegría:

-- ¡Sursum corda, hermano Bernardo, sursum corda!

Y el santo hermano Bernardo encargó secretamente a un hermano que preparase al hermano Gil un lugar apto para la contemplación; y así se hizo.
Y cuando el hermano Bernardo se halló en la hora de la muerte, hizo que lo incorporasen y habló en estos términos a los hermanos que tenía delante:

-- Hermanos carísimos: no os diré muchas palabras; pero quiero recordaros que vosotros vivís la misma vida religiosa que yo he vivido; y un día os hallaréis en el mismo estado en que yo ahora me hallo. Y os digo, como lo siento en mi alma, que no querría, ni por mil mundos como éste, haber dejado de servir a nuestro Señor Jesucristo y a vosotros. Os suplico, hermanos míos carísimos, que os améis los unos a los otros.

Después de estas palabras y otras buenas enseñanzas, se extendió en la cama, y su rostro apareció resplandeciente y alegre en extremo, de lo que todos los hermanos se maravillaron. En medio de aquel gozo, pasó su alma santísima, coronada de gloria, de la vida presente a la vida bienaventurada de los ángeles (2).

En alabanza y gloria de Cristo. Amén.
de: Florecillas de San Francisco

jueves, 19 de marzo de 2009

Fiesta de San José


A Vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación; y, después de invocar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.
Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y, como en otro tiempo librásteis al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el Cielo la eterna felicidad.


Amén

martes, 10 de marzo de 2009

De Santa Clara de Asís...


Si sufres con Cristo, reinarás con él; si con él lloras, con él gozarás; si mueres con él en la cruz de la tribulación, poseerás las moradas eternas en el esplendor de los santos y tu nombre, inscrito en el libro de la vida, será glorioso entre los hombres
(Carta II a Santa Inés de Praga).

miércoles, 4 de marzo de 2009

A la Virgen María por San Francisco


SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Salve, Señora, santa Reina,santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios.


fuente: Corazones.org

jueves, 26 de febrero de 2009

Como pasó San Francisco una Cuaresma


Al verdadero siervo de Dios San Francisco, ya que en ciertas cosas fue como un segundo Cristo dado al mundo para la salvación de los pueblos, quiso Dios Padre hacerlo, en muchos aspectos de su vida, conforme y semejante a su Hijo Jesucristo, como aparece en el venerable colegio de los doce compañeros, y en el admirable misterio de las sagradas llagas, y en el ayuno continuo de la santa cuaresma, que realizó de la manera siguiente:


Hallándose en cierta ocasión San Francisco, el último día de carnaval, junto al lago de Perusa en casa de un devoto suyo, donde había pasado la noche, sintió la inspiración de Dios de ir a pasar la cuaresma en una isla de dicho lago. Rogó, pues, San Francisco a este devoto suyo, por amor de Cristo, que le llevase en su barca a una isla del lago totalmente deshabitado y que lo hiciese en la noche del miércoles de ceniza, sin que nadie se diese cuenta. Así lo hizo puntualmente el hombre por la gran devoción que profesaba a San Francisco, y le llevó a dicha isla. San Francisco no llevó consigo más que dos panecillos. Llegados a la isla, al dejarlo el amigo para volverse a casa, San Francisco le pidió encarecidamente que no descubriese a nadie su paradero y que no volviese a recogerlo hasta el día del jueves santo. Y con esto partió, quedando solo San Francisco.


Como no había allí habitación alguna donde guarecerse, se adentró en una espesura muy tupida, donde las zarzas y los arbustos formaban una especie de cabaña, a modo de camada; y en este sitio se puso a orar y a contemplar las cosas celestiales. Allí se estuvo toda la cuaresma sin comer otra cosa que la mitad de uno de aquellos panecillos, como pudo comprobar el día de jueves santo aquel mismo amigo al ir a recogerlo; de los dos panes halló uno entero y la mitad del otro. Se cree que San Francisco lo comió por respeto al ayuno de Cristo bendito, que ayunó cuarenta días y cuarenta noches, sin tomar alimento alguno material. Así, comiendo aquel medio pan, alejó de sí el veneno de la vanagloria, y ayunó, a ejemplo de Cristo, cuarenta días y cuarenta noches.
Más tarde, en aquel lugar donde San Francisco había hecho tan admirable abstinencia, Dios realizó, por sus méritos, muchos milagros, por lo cual la gente comenzó a construir casas y a vivir allí.


En poco tiempo se formó una aldea buena y grande. Allí hay un convento de los hermanos que se llama el convento de la Isla (3). Todavía hoy los hombres y las mujeres de esa aldea veneran con gran devoción aquel lugar en que San Francisco pasó dicha cuaresma.


En alabanza de Cristo bendito. Amén.


De: Florecillas de San Francisco

martes, 17 de febrero de 2009

Oración y prédica


La oración ocupó un lugar central en la vida de Francisco; para ello buscaba la vida eremítica, el silencio y soledad interior. Reforzaba sus plegarias postrándose, ayunando, e incluso, gesticulando.


Al no ser sacerdote, en vez de dar doctrina, practicaba una predicación exhortativa, esto es, incitaba a la conversión y a vivir una vida evangélica; predicaba también con el ejemplo, con su estilo de vida aliada a la pobreza. Su manera de predicar era por medio de laudes, o alabanzas, con el objetivo de llamar la atención de los hombres a honrar al Ser Supremo.


Según Tomás Celano:


"Cuando, estando en público, se sentía de pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la celda hacía de su manto una celdilla… Siempre encontraba la manera de ocultarse a la mirada de los presentes…hasta el punto de orar entre muchos sin que lo advirtieran en la estrechez de la nave."


fuente: Wikipedia.com

jueves, 5 de febrero de 2009

En Gubbio y con los leprosos


(Invierno, 1206). Casi desnudo y tiritando de frío, después de desprenderse de todos sus bienes Francisco tomó el camino de Gubbio, buscando estar a solas con el Señor. En el camino lo apalearon unos bandidos, ante los cuales se presentó como "el heraldo del gran Rey". Las aguas en crecida del Chiascio lo obligaron a permanecer en un monasterio, probablemente Santa María de Valfabbrica, donde no fue muy bien tratado por los monjes. En cuanto pudo continuó hasta Gubbio. Allí un comerciante de telas amigo suyo, Federico Spadalunga, le regaló una túnica. Luego permaneció algún tiempo en un lazareto, no se sabe si en Gubbio o en Asís, sirviendo a los leprosos.

martes, 27 de enero de 2009

martes, 13 de enero de 2009

Canto de exhortación para las Damas Pobres de San Damián



Escuchad, pobrecillas, por el Señor llamadas,

que de muchas partes y provincias habéis sido congregadas:

vivid siempre en la verdad,

que en obediencia muráis.


No miréis a la vida de fuera,

porque la del espíritu es mejor.

Yo os ruego con gran amor

que tengáis discreción de las limosnas que os da el Señor.


Las que están por enfermedad gravadas

y las otras que por ellas están fatigadas,

unas y otras soportadlo en paz,
porque muy cara venderéis esta fatiga,

porque cada una será reina en el cielo coronada con la Virgen María.

jueves, 8 de enero de 2009

El Cordón Franciscano...


Cuenta Tomás de Celano que Francisco, después de su conversión, vestía hábito de ermitaño, el cual estaba ceñido por una correa de cuero como cinturón. Escuchando un día el Evangelio de la misión de los Apóstoles, impresionado, pidió explicación al sacerdote celebrante, y bien informado cambió de hábito: se procuró una túnica que tenía la forma de cruz, de material pobre, y cambió la correa de cuero por una cuerda.

Los cronistas antiguos, franciscanos y no franciscanos, cuando hablan del hábito franciscano, diecn que la túnica está ceñida por una cuerda. Alguno de ellos dice "cuerda anudada". Ninguno hace mención del número de nudos que lleva la cuerda. Las primeras representaciones iconográficas de San Francisco, comenzando por la tabla de San Miniato, de 1228, hoy perdida, el cordón del Santo tiene tres nudos. Posteriormente, en algunas pinturas, el cordón o cuerda se decora con múltiples nudos.

La cuerda tenía y tiene la función de ceñir. Muy pronto se convierte en una cuerda nudosa. Tradicionalmente la cuerda lleva tres nudos que hace referencia hoy a los tres votos de la profesión de vida religiosa: obediencia, desapropio (pobreza) y castidad.

*fuente:Valentín Redondo

lunes, 5 de enero de 2009

Los tres ladrones...


Fray Angel, un joven alto y robusto, guardián del convento de Monte Casale, estaba tan indignado, que hablaba solo:

-¡No hay derecho! ¡Habrase visto qué atrevimiento! Y además querían que les diese de comer! Pero ¿qué se han creido? Es una vergüenza. ¡No se puede consentir!

San Francisco de Asís llegaba en aquel momento con un saco de pan y un poco de vino, que él y un compañero habían recibido en limosma, y al encontrarlo refunfuñando preguntó:
-¿Qué ha pasado fray Angel?
-¡Es incleíble, Hermano Francisco! Han llegado unos maleantes, tres ladrones, y ¿sabe lo que querían? ¡Nada menos que les diese de comer y beber?
-¿Y tú qué has hecho, hermano?
-Pues los he reprendido fuertemente, tratándolos como se merecen; ¡encima de robar, no los voy a alimentar! Los he despedido y les he dicho que no volvieran a acercarse, pues de mí nunca recibirían ni comida ni bebida.
-¡Fray Angel, no has obrado bien!, le contestó San Francisco con tristeza. ¿No sabes que Jesús no vino a salvar a los justos sino a los pecadores? Ahora yo te mando, en virtud de santa obediencia, que agarres esta saca de pan que yo he traido y este poco de vino y rápidamente vayas tras ellos por montes y valles, hasta que los encuentres.
Entonces les presentarás este alimento y esta bebida; luego te arrodillarás ante ellos y humildemente les pedirás perdón por tu crueldad y les rogarás de parte mía que dejen el mal camino, que no atropellen a los demás, y yo proveeré a sus necesidades.

Fray Angel, obediente a la orden recibida, corrió tras los ladrones, los halló, se postró a sus pies y obró según le había ordenado San Francisco.

Y aquellos ladrones que, por la conducta de Fray Angel se habían alejado del convento resentidos y con propósito de vengenza, se quedaron pensativos, comprendieron su mal proceder y propusieron cambiar de vida.

Poco después, San Francisco los recibió en su orden y empezaron hacer penitencia

*De: "Florecillas" de San Francisco de Asís