martes, 20 de diciembre de 2011



San Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana, fue el iniciador de los nacimientos entre 1200 y 1226. Según indica la tradición, el santo recorría la campiña cercana a la pequeña población de Rieti en el invierno de 1223. La Navidad de ese año lo sorpendió en la ermita de Greccio y fue allí donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús. Construyó una casita de paja a modo de portal, puso un pesebre en su interior, trajo un buey y un asno de los vecinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de gente a reproducir la escena de la adoración de los pastores. La tradición indica, que de manera milagrosa, en la escena aparecieron ángeles y se personificó el niño Jesús, la Santísima Virgen y San José.

La idea de reproducir el nacimiento se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano; y de los seres vivos, se pasó a la utilización de figuras pues los primeros misioneros en llegar a América fueron franciscanos y por supuesto siguieron la tradición de San Francisco de Asís.



sábado, 3 de diciembre de 2011

"Amonesto y exhorto a mis hermanos a que, en la predicación que hacen, su lenguaje sea ponderado y sincero, para provecho y edificación del pueblo, anunciándole los vicios y las virtudes, la pena y la gloria con brevedad de sermón; porque palabra abreviada hizo el Señor sobre la tierra" (2 R 9,3-4).


sábado, 26 de noviembre de 2011

La vida de san Francisco demuestra que la alabanza puede adueñarse verdaderamente de un hombre y liberar en él una nueva creatividad. En lugar de preocuparse por el mal y encogerse, el hombre se entrega al Unico que ha triunfado, que no es más que Bien y que lo es infinitamente. Entonces todo se ensancha y los gestos inéditos y liberadores se hacen posibles. Comunión y reconciliación ya no son una tarea sobrehumana sino que ambas se celebran en su misma Fuente. Y ahí, en esa Fuente, adquieren una mirada nueva, una frescura nueva...

Además, la pobreza de san Francisco, esa pobreza que era su lenguaje para establecer una comunión, no se comprende bien más que en relación con la alabanza. Es desde luego asombroso que su pobreza no tuviera nunca nada de estrecha o legalista. Nunca le llevó a excluir a otros hombres, ni siquiera a juzgarlos. Por muy extrema que fuera, su pobreza siempre estaba llena de Aquel de quien celebraba su inagotable bondad. Por muy rigurosa que pudiera parecer, en realidad estaba completamente llena de dulzura por lo que Dios era para El.

Frère François- Taize (Paz y Bien.org)


viernes, 18 de noviembre de 2011


De la carta de San Francisco a todos los fieles: «Los que han recibido la potestad de juzgar a los otros, ejerzan el juicio con misericordia, como ellos mismos quieren obtener del Señor misericordia. Pues habrá un juicio sin misericordia para aquellos que no hayan hecho misericordia. Así pues, tengamos caridad y humildad»

(2CtaF 28-30)

miércoles, 26 de octubre de 2011


Cae la tarde lentamente
mientras las sombras se alargan.
Francisco sabe que llega
la muerte, su dulce hermana.


Mantiene enhiesto el espíritu
aunque la carne está flaca.
Sus miembros se tornan fríos
mientras el alma se abrasa.


Todos sus hijos, en torno,
le dicen su amor con lágrimas,
y queda el rebaño triste
porque su pastor se marcha.


Francisco, que mira al cielo,
flácida y suave levanta
una mano que bendice
dispensadora de gracias.


Que el error y la lujuria
no mancillen vuestra casa.
Sola la virtud anide
en los cuerpos y en las almas.

Y luego voló su espíritu
como una paloma blanca
que en el cielo ha puesto el nido
colgando en divina rama.

Al Padre, al Hijo, al Espíritu
ascienda nuestra alabanza.
Gloria y honor al Dios Trino
por los siglos que no acaban.

Amén.



martes, 18 de octubre de 2011

18 de octubre: San Pedro de Alcántara


Nació en Alcántara, provincia de Cáceres en España, el año 1499. Después de estudiar en Salamanca filosofía y derecho, ingresó en la Orden franciscana y se ordenó de sacerdote. Ocupó en la Orden diversos cargos. Austero consigo mismo, extremaba su dulzura con los demás. Llevado por el celo de las almas, se dedicó a la predicación con gran fruto. En 1554 obtuvo de la Santa Sede permiso para iniciar una observancia más fiel a la Regla de San Francisco. Se le agregaron otros hermanos, a quienes formó en la vida de penitencia y austeridad, en intensa oración y en la guarda estricta de la pobreza, y así se formó la Reforma Alcantarina, que tantos frutos de santidad daría a la Iglesia. Además, con sus consejos prestó ayuda a santa Teresa de Jesús para la reforma del Carmelo. Escribió obras en que expuso su propia experiencia ascética y contemplativa, fundada sobre todo en la devoción a la pasión de Cristo. Murió en Arenas de San Pedro (Ávila) el 18 de octubre de 1562.-

Oración: Señor y Dios nuestro, que hiciste resplandecer a san Pedro de Alcántara por su admirable penitencia y su altísima contemplación, concédenos, por sus méritos, que, caminando en austeridad de vida, alcancemos más fácilmente los bienes del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

martes, 11 de octubre de 2011

"San Francisco escribió a los superiores de su Orden: «Cuando es consagrado por el sacerdote sobre el altar el santísimo cuerpo y sangre del Señor y cuando es llevado a alguna parte, que todas las gentes, de rodillas, rindan alabanzas, gloria y honor al Señor Dios vivo y verdadero. Y que de tal modo anunciéis y prediquéis a todas las gentes su alabanza, que, a toda hora y cuando suenan las campanas, siempre se tributen por el pueblo entero alabanzas y gracias al Dios omnipotente por toda la tierra» (1CtaCus 7-8)."



sábado, 10 de septiembre de 2011

Un lirio y una azucena...


En un invierno epocal
como el mundo no había visto,
floreció el jardín de Cristo
con aire primaveral.

Un lirio y una azucena
que son la luz de sus ojos
se consagran como esposos
del que bendice su tierra.

Junto al árbol de la vida,
de la cruz de la victoria,
un nuevo edén en la historia
florece con alegría.

Del costado del Cordero
por Amor crucificado
nace un pueblo renovado
que está a los pies de un madero.

Se llaman Francisco y Clara
y son dos almas selectas
que recuperan las metas
que la humanidad buscaba.

Como arquetipos vitales
de frescura y savia nueva
brotan en su primavera
los anhelos primordiales.

Esos suspiros profundos
contenidos en el pecho,
los sueños insatisfechos
de salvación para el mundo.

Clara y Francisco nos muestran
cómo en las crisis profundas
la gracia de Dios abunda
y los que buscan la encuentran.

Las crisis nos purifican
en el crisol de la vida
cuando lo esencial se olvida
y el alma en vano se agita.

Son momentos especiales
para reencontrar el rumbo
y buscar en lo profundo
los divinos manantiales.

Para sacar agua fresca
del aljibe de la vida,
del pozo en el que, escondida,
un agua viva refresca.

En el invierno del hombre,
Dios es calor que ilumina,
es luz del que peregrina
y la voz que le responde.

Clara y Francisco nos muestran
el mundo en el que encontrarlo,
nos enseñan a adorarlo
y a su casa nos acercan

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv



miércoles, 31 de agosto de 2011

Un pobre que canta

 

¿Cuál es el resorte oculto que impulsa a Francisco a la empresa evangélica? ¿Qué es lo que le da esta libertad, esta agilidad, y, para decirlo toda alegría? El que pretende volver al Evangelio sólo puede ser un panfletario que denuncia y desacredita a la Iglesia "establecida", en nombre de la pureza redescubierta, o bien la del poeta que celebra una experiencia de admiración. Esto segundo es lo que hizo Francisco. La gracia que el Señor le dio no fue haber redescubierto el Evangelio de la pobreza -otros lo hicieron en su época- sino el haberlo redescubierto al mismo tiempo que el cántico y la acción de gracias. Francisco es un pobre que canta.

Si leemos sus biografías primitivas nos admira la importancia que tiene el canto en la vida de Francisco. Apenas abandona el tribunal del obispo, en el cual acaba de romper con su padre, emprende un nuevo camino cantando las alabanzas del Señor. "De la abundancia del corazón -escribe Celano, su primer biógrafo- hablaba la boca, y la fuente de amor iluminado, que llenaba todas sus entrañas, bullendo saltaba fuera... Estando de viaje, cantaba a Jesús o meditaba en Él, muchas veces olvidaba que estaba de camino y se ponía a invitar a todas las criaturas a alabar a Jesús" (Celano, Primera Vida, 115).

La pobreza evangélica de Francisco no es solamente un desasimiento ascético. A ejemplo de la pobreza de Cristo que se propone imitar, su pobreza es un modo de comunión con los más humildes y los más pobres. Es una experiencia de comunión con la humanidad herida, de la que el leproso fue para Francisco el símbolo viviente. Sin duda que esta experiencia le aportó un gozo puro y profundo. Francisco escribe en su Testamento que, al regreso de sus visitas a la leprosería, en tiempo de su conversión, experimentó una felicidad indecible: "... y al separarme de los leprosos, aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura del alma y del cuerpo".


 

sábado, 13 de agosto de 2011


"El siervo del Rey Altísimo (Francisco) quedó desnudo, para poder seguir al Señor desnudo en la cruz, a quien tanto amaba. Del mismo modo, se armó con la cruz, para confiar su alma al leño de la salvación y lograr salvarse del naufragio de este mundo" (2,4). (San Buenaventura)

sábado, 30 de julio de 2011

De la Regla de san Francisco:

«Temed y honrad, alabad y bendecid, dad gracias y adorad al Señor Dios omnipotente en Trinidad y Unidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas. Haced penitencia, haced frutos dignos de penitencia, porque pronto moriremos. Dad y se os dará. Perdonad y se os perdonará. Y, si no perdonáis a los hombres sus pecados, el Señor no os perdonará los vuestros; confesad todos vuestros pecados. Bienaventurados los que mueren en penitencia, porque estarán en el reino de los cielos» (1 R 21,2-7).


lunes, 18 de julio de 2011


San Francisco de Asís predicó la pobreza como un valor y propuso un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios. El papa Inocencio III aprobó su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono. Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, la de los franciscanos. Además, con la colaboración de santa Clara, fundó la rama femenina de su orden, que recibió el nombre de clarisas.

sábado, 9 de julio de 2011

La mesa del Señor

Los hermanos Francisco y Maseo muestran con satisfacción el pan recogido de limosna.
Camino de Francia, donde según disposición del último Capítulo, les corresponde anunciar la verdad y el bien, hacen un alto en el camino para obtener de la caridad pública el necesario sustento. En las afueras del pueblo, sobre una losa de piedra, junto a una fuente, vierten el producto de la limosna, y al ver con qué generosidad han premiado a su compañero Maseo, da gracias con fervor por los beneficios con que Dios distingue a sus buenos amigos.

Una vez más la parquedad del colorido no es un problema para Benlliure a la hora de recrear a los protagonistas: la estilizada figura del Pobre de Asís, el gesto natural de su compañero, la fisonomía de sus rostros y sobre todo el escenario natural que envuelve a los personajes.

Matiza con su pincelada la textura de la piedra y describe con exquisita solución la vegetación que prende de ella. La sencillez de la composición se ve sobradamente superada por la habilidad en el empleo de la materia pictórica.

(de:Florecillas de José Benlliure)


viernes, 1 de julio de 2011

"El servidor de Dios debe brillar por su vida y santidad"

viernes, 24 de junio de 2011

El Francisco que buscamos


Los hombres necesitamos
recuperar utopías,
redescubrir la alegría
y soñar lo que anhelamos.

El cansancio, la tristeza,
la depresión y el olvido,
la ilusión que se ha perdido,
los sueños que no se sueñan...

Son síntomas que nos muestran
que algo bello hemos perdido,
algo profundo y querido,
algo en nuestra misma esencia.

Buscamos, acaso a tientas,
manoteando sin sentido,
ese misterio escondido,
esa esperanza que anhela.

Nos dicen que no hay camino.
No es verdad, hay uno cierto,
es Jesucristo que ha muerto,
resucitó y está vivo.

Para poder encontrarlo,
para que podamos verlo,
descubrirlo, conocerlo
y enamorados, amarlo...

Él nos dejó un pregonero,
un hombre mínimo y puro,
simple, profundo y seguro
de ser de Dios mensajero.

Como un lirio sobre el monte
de la aridez de los tiempos,
fecundado por el viento,
perfuma nuestro horizonte.

Francisco es mito viviente,
es la poesía encarnada,
la paz personificada,
profecía permanente.

Él encontró su camino
e hizo de Cristo su vida,
descubrió su melodía
y se sintió peregrino.

Fue incendio de Amor puro,
de libertad liberada,
de caridad impensada,
de ayuno y trabajo duro.

Su nostalgia de inocencia,
su vida reconciliada,
su oración pura y confiada
fueron sed de trascendencia.

fue su horizonte el del mundo,
el del cosmos que lo envuelve
y a su buen Dios puede verle
transparentado en su mundo.

Su vida es proclama viva,
puro anuncio de Evangelio
que rompe su cautiverio
y libera su poesía.

Tiene alma de poeta,
de juglar, de trovador,
es heraldo del Señor
y en la historia, su profeta.

Francisco es mito viviente,
se descubre en él al hombre
puro y simple que responde
a su vocación consciente.

El es solamente un hombre,
un adán reconciliado
que ha superado el pecado
allí donde Dios se esconde.

Es capaz de una ternura
que en su vigor no se pierde,
cortés y agradable al verle,
esencial en su dulzura

Un hombre que vuelto niño
descubrió en Dios a su Padre,
e intuyó que era una Madre
que cuida y ama a sus hijos.

Fue tan rico en su pobreza
que el mundo le respondía
y descubrió la armonía
que está en la naturaleza.


Fue pequeño, humilde, esclavo
liberado en su obediencia,
teólogo de la ciencia
que es amar y ser amado.

Es rey de las relaciones,
derroche de simpatía,
una copa de armonía
burbujeante de emociones.

Hermano por excelencia
de los hombres y las cosas,
descubre que son hermosas,
transparencia de Belleza.

Para él Dios es cotidiano
porque volvió al paraíso
y Dios se hace encontradizo
si en el jardín lo buscamos.

Es Padre de un mundo nuevo,
revolucionó su tiempo
y la Iglesia desde dentro:
el Cristo del Medioevo.

Todos los hombres llevamos
un mito en nuestros adentros,
necesidad de un encuentro
con aquello que buscamos.

El sentido de la vida,
el para qué de la historia,
sanar en nuestra memoria
el dolor de las heridas.

Estamos llenos de anhelos,
de sueños insatisfechos,
de frustraciones de hecho,
de lágrimas sin consuelo.

Quizás Francisco en su vida
sea una simple respuesta,
una puerta que está abierta,
un vino que se convida.

Él buscó como nosotros
y reencontró el paraíso,
estaba adentro y lo quiso
compartido con los otros.

Es por eso que Francisco
supera todos los tiempos,
los credos y sentimientos
sectarios de todo tipo.

Su amor es universal,
su mensaje vence el tiempo,
por eso en cada momento
Francisco siempre es actual.


ES el sueño realizado
de la humanidad lograda,
de su esencia reencontrada
en Cristo Resucitado.

Es el hombre que ha encontrado,
la búsqueda realizada,
es la verdad alcanzada,
el límite superado.


Es un sueño hecho persona,
aquel que todos soñamos,
es el hombre que buscamos
cuando rezamos a solas.

Es el que arranca en nosotros
los mejores sentimientos,
los que llevamos adentro
y nos dicen lo que somos.

Francisco es Amor y vida,
espíritu y hombre nuevo,
oración hecha jilguero,
corazón de la poesía.

Es un gorrión liberado
atravesando tu cielo,
tan simple como tu anhelo
de seguirlo y alcanzarlo.

Francisco es la melodía
del Amor en que te duermes,
ante el que estamos inermes
porque acuna nuestra vida.

Francisco es la brisa suave
que acaricia tu conciencia,
su perfume es providencia
de aquel Amor que te invade.

Francisco es licor del cielo,
el gusto de lo que anhelas,
embriaguez de lo que esperas,
ojos llenos de consuelo.


Es un prado de amapolas
en el valle de tu vida
y el color que se escondía
en alas de mariposas.

Es nostalgia de pureza,
de limpidez de agua clara,
de amanecer, de esperanza,
de cielo azul, de limpieza.

Es el vuelo de un jilguero
que solitario en el cielo
canta expresando su anhelo
de Amor puro y verdadero.

Y es un petirrojo herido
en fuego de Amor profundo,
en fuego que incendia el mundo,
en el que está consumido.

Ruiseñor enamorado
que canta a Dios por las noches,
grillo silvestre en el bosque
tocando para su Amado.

Es esperanza alcanzada
de una vida verdadera
y caridad que genera
una fe que no se apaga.

Hermano, mira a Francisco
que es transparencia de Cristo
y proclama lo que has visto
anunciando a Jesucristo.

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFM


jueves, 16 de junio de 2011


CARTAS DE SAN FRANCISCO AL MUNDO:

Hermanos todos, cuidad de este mundo enfermo:

-- Recuperad el silencio, aplastado por tantos ruidos.
-- Aprended a escucharos y escuchad a Dios en el rumor del río, la cascada, el bosque, el campo, la brisa del aire...
-- Fijaos en la alegría de los niños que juegan, en la mirada de los enamorados, en la caricia del beso de quienes os quieren... Porque quien llena los ojos y el corazón de tanta bondad e inocencia, es incapaz de asesinar la Vida y el Amor.
-- Dejad un sitio a Dios en vuestro corazón y la Paz interior irradiará ternura, alegría, esperanza, hermandad... a vuestro alrededor.
-- Haced llegar a todos los rincones del mundo estas palabras: "Paz y Bien".

viernes, 3 de junio de 2011

Vocación de San Francisco

¿Qué viste en tu Dios, Francisco,
que quedaste cautivado?
¿Fue su pecho ensangrentado,
su corona hecha de espinos
o fueron sus pies clavados
en una cruz sin sentido?

¿Fueron sus manos bañadas
en la sangre del Dios vivo
o la herida en su costado
como una fuente de vino
que emborrachó tu mirada
y te pusiste a seguirlo?

¿Fue acaso aquella mirada
que te penetraba el alma,
esos ojos que horadaban
tus secretos y tus ansias
o el manantial cristalino
de la paz que regalaba?

¿Fue su corazón doliente
que lloraba sangre y agua
o las heridas ardientes
que su cuerpo te mostraba
y revelaban patentes
el Amor con que te amaba?

O fue su Palabra hiriente
más filosa que una espada,
la que se clavó en tu alma
cuando ante el Cristo rezabas
y te dijo: ¡Reconstruye!
porque está en ruinas mi casa.

- No sé si son sus espinas,
sus pisadas o sus llagas.
Si es su Palabra encendida
o el fuego de su mirada,
si es su corazón ardiente
o el Amor con qué me ama.

Yo sólo sé que soy suyo,
que Él es mi rey y me ama,
que es Señor de los señores
y yo su siervo que clama
vivir sólo por su gloria
y sirviendo su Palabra.

Soy mensajero de un Reino
y el Amor es mi proclama;
heraldo de un Cristo vivo
que resucitó mi alma
y en la cruz nos ha entregado
el Espíritu de gracia.

Y sé que el Señor, en gloria,
volverá como ha partido,
que al mundo lo ha redimido
en la cruz de la victoria,
que su Pascua es mi destino
y el sentido de la historia.
Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

domingo, 22 de mayo de 2011

Pobreza...



"Ya no necesito más: conozco a Cristo pobre y crucificado". (San Francisco de Asís)
"Yo he elegido a la santa pobreza como mi señora". (San Francisco de Asís)

martes, 10 de mayo de 2011

Las llagas de San Francisco


En el bosque de las hayas puras
por un sendero de otoño enrojecido,
camina Francisco, el corazón herido
en su nostalgia de Dios hecha locura.

Locura de un Amor que se ha encendido
en el fuego del Espíritu donado
en el calvario por un Dios crucificado
que en su mirada de Amor lo dejó ungido.

Ungido con el óleo que consagra,
con el perfume de la santidad participada,
con la unción de los profetas derramada
en el corazón abierto que la encarna.

En el bosque de las hayas puras
camina Francisco agradecido,
su cuerpo por el ayuno consumido,
su corazón anclado en la Escritura.

En su boca sus salmos preferidos,
en sus oídos la música del cielo,
en sus ojos el brillo del consuelo,
del paraíso, por Cristo, prometido.

En el sendero su pensamiento sumergido
en la pasión que en la cruz se hizo locura,
en el Amor de Jesús y su ternura,
en las llagas de su cuerpo envilecido.

El espíritu de Francisco está absorbido
en la Pascua que es centro de la historia,
en la cena que encarna su memoria,
en el corazón de Aquel que lo ha elegido.

Su oración se hace clamor, pasión y ofrenda,
contemplación del gólgota escondido
en el sol que se oculta enrojecido
en el sepulcro al que la noche lo encomienda.

Y en la tarde, como un sol ensangrentado
sangra Francisco su Amor y su locura,
florecen en su cuerpo las llagas que aseguran
que su camino está, con Él, crucificado.

Un serafín de Amor apasionado
lo bendice y se enciende su figura
y se incendian las estrellas y la luna
en la hoguera del Señor resucitado.

Autor: Fray Alejandro R Ferreirós OFMConv

sábado, 30 de abril de 2011


"Nuestro país, India, es conocido como tierra de santos... Con estas premisas, cuando conocimos la vida de san Francisco, vimos en ella algo conocido y a la vez nuvo, por su forma de convertirse, por el contacto con la divinidad y por ser mediador entre la Realidad Última y la gente corriente... Om shanti! Que la paz esté en todas partes (Harshada Joshi e Prachi Upsari (Hindú indio).

domingo, 24 de abril de 2011


Y te damos gracias porque... quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre naciera de la gloriosa siempre Virgen Santa María, y quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz, y sangre, y muerte (S.Francisco, 1Reg 23).

miércoles, 13 de abril de 2011


"El buen Pastor, por salvar a sus ovejas, soportó la pasión de la cruz. Y sus ovejas lo siguieron en la tribulación y la persecución, en el sonrojo y el hambre, en la debilidad y la tentación, y en todo lo demás; por eso recibieron del Señor la vida sempiterna". (S.Francisco, Adm.6).

viernes, 8 de abril de 2011

Cristo busca el encuentro con Francisco


Francisco quiere llegar a ser noble y caballero. Su primera oportunidad se la brindó la contienda entre las ciudades de Asís y Perugia, en el otoño de 1202. Se entabla batalla en el lugar llamado Collestrada a orillas del río Tiber. Asís sufre una gran derrota, Y Francisco es uno más de los muchos jóvenes de Asís que son encarcelados en Perugia, ¡durante un año!. En 1203, gracias a un pacto entre los “boni homines” de Perugia y los “homines populi” de Asís, los prisioneros regresan a Asís. Francisco regresa enfermo y débil.


Durante su enfermedad Francisco tiene mucho tiempo para repensar su vida y ahondar en su inquietud. Empezó a preguntarse el porqué de la Vida, de dónde procede el dolor, lo absurdo de estar apegado a las riquezas, la vanidad de querer ser más que los demás. Pero en cuanto se recuperó le surgió una nueva oportunidad para lograr sus afanes de gloria. En el verano de 1205 tras la muerte del Conde Juan de Brienne, le sucede en la dirección de los ejércitos del Papa y el emperador Federico II, el Conde Gentil de Paleara. Éste vino al valle de Espoleto a buscar jóvenes para su ejército. Francisco y otros jóvenes de Asís se le unen. Y su primera batalla será en Apulia.


Camino de la guerra en Apulia, hicieron noche en Espoleto, donde esperarían por todos los voluntarios. Allí asistieron a la catedral para la ceremonia de bendición y despedida, y allí…. estaba Cristo, un Cristo crucificado, pero con los ojos abiertos y el rostro provocador. La tradición cuenta que Francisco oye la voz de Cristo, que le pregunta:


- «Francisco, ¿a dónde te diriges como un guerrero?

- A la Apulia, a luchar por el Papa.

- Dime, ¿de quién puedes esperar mayor gloria, del Señor o del siervo?

- Del Señor. - Entonces, ¿por qué sirves al siervo y no al Señor?

- Señor, ¿qué quieres que haga?

- Vuelve a tu casa y allí descubrirás lo que quiero de ti.»


Esa noche fue para Francisco su gran encuentro con Dios, su primer gran desconcierto. Dios le salió al paso y desde entonces, rodeado de incertidumbre, Francisco tuvo la certeza de que le tenía preparada otra guerra distinta. “En el año 1206, el Señor ordenó a Francisco, por medio de un sueño, que regresara de Espoleto a Asís, y que esperara aquí hasta que Él le revelase su voluntad” (cf. TC 6)

miércoles, 30 de marzo de 2011

Nostalgia de Francisco

Juan Pablo II en La Verna

Oh, san Francisco, estigmatizado de la Verna, el mundo tiene nostalgia de ti, cual icono de Jesús crucificado. Necesita tu corazón abierto a Dios y al hombre, tus pies descalzos y heridos, tus manos traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte, por el poder del Evangelio. Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar la purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse de las mismas estructuras de pecado que oprimen a la sociedad de hoy. Reaviva en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las Naciones y entre los Pueblos. Infunde en los jóvenes tu frescura de vida, capaz de oponerse a las insidias de las múltiples culturas de muerte. A las víctimas de cualquier género de malicia, comunica, Francisco, tu gozo de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, por el hambre y la guerra, ábreles las puertas de la esperanza. Amén. 17 de septiembre de 1993

domingo, 20 de marzo de 2011


Oración de Francisco de Asís ante el Cristo de San Damián

¡Oh alto y glorioso Dios!
Ilumina las tinieblas de mi corazón.
Dame fe recta,
esperanza cierta,
y caridad perfecta
sentido y conocimiento, Señor,
para cumplir tu voluntad.


Amén.

viernes, 4 de marzo de 2011

Los motivos del lobo


El varón que tiene corazón de lis,
Alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
¡el lobo de Gubbia, el terrible lobo!
Rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel, ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
Fueron destrozados.
Los duros colmillos dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.

Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera enorme,
que al verle se lanzó feroz contra él.
Francisco, con su dulce voz, alzando la mano,
al lobo furioso dijo: -¡Paz, hermano Lobo!”
El animal contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: -“¡Está bien, hermano Francisco!”
“¡Cómo! -exclamó el santo-, ¿Es ley que tú vivas de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico,
el duelo y espanto que esparces,
el llanto de los campesinos,
el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¡Te ha infundido acaso su rencor eterno Luzbel o Belial?”
Y el gran lobo, humilde:
-“¡Es duro el invierno,
Y es horrible el hambre!
En el bosque helado no hallé qué comer;
y busqué el ganado,
y en veces cómi ganado y pastor.
¿La sangre?
Yo ví más de un cazador sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno ví
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
¡Y no era por hambre que iban a cazar!”
Francisco responde: -“En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace, viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!”
-“Está bien, hermano Francisco de Asís”.
-“Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.”
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.

Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: -“He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios.” -“¡Así sea!”,
Contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
El lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.

Un día, francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña:
Otra vez sintiese el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.

Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
-“En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote -dijo-, ¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.”
Como en sorda lucha, habló el animal,
La boca espumosa y el ojo fatal:
-“Hermano Francisco, no te acerques mucho…
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía;
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y de mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
Los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera;
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.

Y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.”
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,

y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
Que era: “Padre nuestro, que estás en los cielos…”

Rubén Dario

sábado, 5 de febrero de 2011

Cuando la alabanza desborda

Última parte

El poeta Saint-John Perse dijo: "alabar es respirar mejor". Y no se alaba para respirar mejor, sino que se respira mejor porque se alaba. Porque en la alabanza todo el ser se ensancha. Cuando me abro a Dios "por El mismo", por lo que El es, cuando me dejo llevar por la alabanza en lugar de por la desesperación que hay en mí, entonces me olvido en Dios y le entrego lo que está en el fondo de mí mismo, deseos y angustias. Lo que canto me penetra, me impregno de ello.

"Tú eres caridad, amor, Tú eres sabiduría, humildad, paciencia, seguridad, descanso, alegría y gozo, justicia y medida, Tú eres belleza, dulzura, abrigo, guardián y defensor, fuerza, frescura..." Cuando san Francisco canta así se deja cautivar por todo lo que Dios es. Las palabras no son más que un balbuceo, pero el corazón y la mirada se abren a la presencia de Dios. Es como si al componer estas alabanzas San Francisco hubiera querido decir al Hermano León que por entonces estaba muy probado: "Canta el amor que Dios es, y el círculo de la reconciliación para ti se extenderá tan lejos como el mismo Dios lo ha establecido. Canta la belleza que Dios es ; entonces la verás brillar hasta en el corazón de la fealdad del mal, porque incluso allí es ella quien lo envuelve todo"

La vida de san Francisco demuestra que la alabanza puede adueñarse verdaderamente de un hombre y liberar en él una nueva creatividad. En lugar de preocuparse por el mal y encogerse, el hombre se entrega al Unico que ha triunfado, que no es más que Bien y que lo es infinitamente. Entonces todo se ensancha y los gestos inéditos y liberadores se hacen posibles. Comunión y reconciliación ya no son una tarea sobrehumana sino que ambas se celebran en su misma Fuente. Y ahí, en esa Fuente, adquieren una mirada nueva, una frescura nueva..

Además, la pobreza de san Francisco, esa pobreza que era su lenguaje para establecer una comunión, no se comprende bien más que en relación con la alabanza. Es desde luego asombroso que su pobreza no tuviera nunca nada de estrecha o legalista. Nunca le llevó a excluir a otros hombres, ni siquiera a juzgarlos. Por muy extrema que fuera, su pobreza siempre estaba llena de Aquel de quien celebraba su inagotable bondad. Por muy rigurosa que pudiera parecer, en realidad estaba completamente llena de dulzura por lo que Dios era para El.

fuente: Frère François- Taize (Paz y Bien. org)

sábado, 29 de enero de 2011

Cuando la alabanza desborda


Parte 3


A menudo se ha presentado a San Francisco como el poeta de la creación, alguien que, con una sensibilidad completamente nueva y muy moderna para su época, supo expresar el asombro ante la creación. Pero para comprender a san Francisco no basta con fijarse en este aspecto. El dinamismo más profundo de su alabanza está en otra parte . San Francisco nos lo descubre cuando nos dice que es "por El mismo" por lo que alabamos a Dios. Le damos gracias, no solo por lo que nos da, y esto ya sobrepasa infinitamente todo lo que podamos imaginar, sino que le damos gracias "por lo que El es", porque hemos sido alcanzados por El. Hay una gratuidad en la alabanza que hace que subsista aun en medio de las más duras pruebas.


Algo también nuevo en san Francisco es la ternura tan personal con la que se expresa en su alabanza a Dios. Toda su relación con Dios está llena de una dulzura infinita. Pero aquí tampoco hay que ser unilateral. Es evidente que san Francisco se inspiró también en la oración de la Iglesia y tomó el lenguaje de la liturgia. Y no hay que olvidar el sentido que tenía de la inconmensurable altura y grandeza de Dios "Sepamos adorar , alabar y bendecir, ensalzar y dar gracias al Altísimo y soberano Dios Eterno, Padre, Hijo y Espíritu Santo... El que es sin principio ni fin, inmutable, invisible, inenarrable, inefable, incomprensible, impenetrable, bendito, digno de alabanza, glorioso, Sublime, altísimo, amable, y deseable más que todas las cosas por los siglos de los siglos "

Si san Francisco exhortaba a la alabanza sin embargo nunca la forzaba. Sabía que nuestra alabanza es siempre inadecuada e insuficiente. Por ello le pide a Dios: "Que Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo muy amado, en quien te complaces, te de gracias El mismo en nombre de todos, con el Espíritu Santo Paráclito, como te place y como le place..." Nosotros no podemos alabar bien. La verdadera alabanza está en Dios . Es el asombro de la Comunión del Padre y el Hijo en el Espíritu. Pedimos a Dios que nos conceda, en Cristo, tener parte en ello. Solo El puede "crear" la alabanza en nuestros labios, "hacerla brotar" en nuestros corazones, como dice Isaías. Nosotros solo podemos recibirla, dejarnos abrir a ella.

¿Hay que llegar tan lejos en el sentido de la gratuidad, de la pobreza ante Dios? ¿Acaso no estamos hechos para alabar, no es ese el sentido de cada vida? Ciertamente que sí. Pero esta fuente que existe en nosotros debe verterse continuamente en Dios para renovarse siempre en El, entonces, desborda...

Frère François- Taize (Paz y Bien. org)

viernes, 21 de enero de 2011

Cuando la alabanza desborda...


Parte 2

En algunas de sus alabanzas tan personales a san Francisco le gustaba repetir que Dios es "el Bien supremo", que El es "todo Bien", que es "el Bien total", que "Solo El es bueno". En Dios no hay división: El es solo Bien y lo es infinitamente. Quien canta esto, quien lo saborea de verdad, acabará viendo el bien de Dios en toda criatura. Su asombro no tendrá límite. Está ya en el camino de la reconciliación y lleva a sus hermanos a él.

El día en que su médico le dijo que su mal era incurable y que solo le quedaba muy poco tiempo de vida, san Francisco llamó a sus hermanos para que cantaran de nuevo el Cántico de las Criaturas. Sin embargo había que añadir otra estrofa: "Loado seas Señor por nuestra hermana la muerte corporal..." Había que acoger a la muerte cantando. Porque, si es verdad que Cristo atravesó la muerte , entonces nuestra muerte física entra en el universo de la reconciliación. Y así, de ser el último enemigo, se convierte en "hermana". Ella ya no podrá separarnos del Creador. Gracias a Cristo nos hará pasar a una vida que será más de Dios. Lo único que el hombre puede temer es el alejarse de Dios. Pero la muerte corporal, a la que nadie puede escapar, el hombre puede saludarla con la alabanza, porque se ha convertido en la última realización en él del Misterio Pascual.

Si el Cántico termina englobando incluso a la muerte corporal es que la alabanza tiende hacia la totalidad. Hacia ella nos lleva la necesidad de ver todas las cosas en su relación viva con el Creador. No puede excluir nada, ni dejar nada fuera. Es el mismo impulso del amor: Encontrar en todo a Aquel a quien se ama. Es el mismo impulso de la adoración : atribuir todo a Aquel que da.

Sin embargo, si Cristo no hubiera atravesado el mal más negro, el más absurdo, una alabanza así resultaría sospechosa. Se sentiría una negación irresponsable de la realidad del mal. Solamente la Resurrección de Cristo nos permite afirmar que "todo es nuestro, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el porvenir .Todo es nuestro si nosotros somos de Cristo como Cristo es del Dios."

En algunos textos hímnicos san Pablo nos dice que todo ha sido reconciliado por Cristo y que todo está destinado a ser recapitulado en El.. Quien canta no puede detenerse en una constatación prudente. Su canto es un impulso hacia Dios, un impulso que incluye a todo lo que pueda serlo.


por: Frère François- Taize

sábado, 8 de enero de 2011

Cuando la Alabanza desborda...


(parte 1)

Por su extrema pobreza San Francisco de Asís se hizo hermano de todos los hombres. Quería no estar por encima de nadie: se ponía con los más pobres, con los excluidos, y así extendía a todos ellos la comunión de Cristo. A sus hermanos les exigía que, por su vida y su lenguaje, presentaran el Evangelio de tal manera que jamás nadie más pobre que ellos se sintiera desanimado ni herido.

Al mismo tiempo san Francisco era un hombre de alabanza. Supo, quizás más que ningún otro santo, comunicar el gusto por la alabanza, el sentido del asombro. Todavía hoy su vida nos parece elevada por un impulso interior, una especie de exultación cada vez más pura. Continuamente invitaba a sus compañeros a alabar y a bendecir, a cantar y a celebrar. Su famoso Cántico de las Criaturas, el Cántico del Hermano Sol, no ha perdido nada de su frescura.; se continúa cantando.

Lo que llama la atención en la figura de san Francisco es cómo estaba al mismo tiempo totalmente elevado hacia Dios y completamente abierto a los hombres, especialmente a los más desfavorecidos. En él estos dos aspectos se penetraban mutuamente. Bebiendo en la Fuente, la alabanza desbordaba en amistad por todos, y la pobreza compartida multiplicaba el asombro.

Cuando un día una grave disputa causó la división entre los habitantes de Asís, san Francisco envió a sus hermanos a cantar el Cántico de las Criaturas en medio de aquellos que ya no llegaban a reconciliarse y que estaban a punto de llegar a la violencia. Los invitaba, con un canto de alabanza , a abrir sus corazones a esa realidad infinitamente más bella que el tema de sus disputa : el Amor sobreabundante del Creador del que todas sus criaturas son testigos, y devolver así la paz a sus corazones.

Para esta ocasión San Francisco añadió una nueva estrofa a su cántico, ya que más que nunca había que alabar a Dios por esos hombres y mujeres capaces de "perdonar", de "soportar el mal", de "perseverar en la paz." ¿Acaso no son ellos testigos muy especiales del Amor que Dios nos tiene?

La historia dice que al escuchar el canto de los hermanos , los habitantes de Asís se llenaron de una profunda emoción. Esta increíble alabanza hizo derretirse sus corazones y abrió el camino a un perdón recíproco, a una auténtica reconciliación.

Alabanza y Paz están unidas. Quien alaba a Dios se abre a El, se llena de El. Mientras permanecemos replegados sobre nosotros mismos el espíritu divisor nos puede. El mal que sentimos dentro de nosotros lo proyectamos a nuestro alrededor, nos sentimos amenazados. Es como si para mantenernos tuviéramos necesidad de oponernos.

Pero quien alaba a Dios recibe lo que El es. Y Dios es Paz, es Unidad, es Amor. Cuando el hombre canta lo que Dios es para nosotros, pierde sus miedos, sus resentimientos. Se pierde en El, se deja "encantar". Y una paz que sobrepasa todos los razonamientos invade el corazón.


por: Frère François- Taize